*Documento Central para el GRAN
BALANCE POLÍTICO GENERAL
¡Proletarios de todos los países, uníos!
Este documento hará historia. Y lo decimos sin pretensión alguna, solo
que en él se tratan abiertamente temas que dentro de la izquierda tradicional
han sido un tabú, algo que a la militancia y las masas les estaba prohibido
conocer y opinar. Pero va llegando la hora de plantear estos temas
abiertamente.
Pasarán
tres importantes momentos desde su publicación: el primero, hasta que este
documento llegue a ser leído por todos sus destinatarios; el segundo, hasta que
las personas a las que va dirigido se decidan a debatir entre ellos los temas
planteados; y, tercero, hasta que después de debatirlo y sacar conclusiones
sólidas, se las confronte con la realidad y la práctica social concreta.
Entonces,
habrá dado su fruto el árbol de la teoría comunista, fruto nutritivo y sabroso
que será el alimento político de nuevas generaciones
de revolucionarios en el país, a ellos, que son la esperanza de este gran
cambio por venir, está dedicado el presente trabajo.
-El mundo en el siglo XXI
Que el
mundo actual está lleno de injusticias y contradicciones, de pobreza,
corrupción, guerras y epidemias, es una realidad irrefutable. En términos
generales se acerca el derrumbe del sistema imperialista! El Presidente Mao
Tsetung planteaba que, tomando en cuenta que a la burguesía le tomó cerca de
300 años instalarse definitivamente en el poder, el proletariado requeriría de
aproximadamente 200 años para conquistar el poder en todo el mundo, años que
comienzan a transcurrir desde la gloriosa Comuna de Paris en 1871. Es decir,
nos encontramos en la recta final de este viejo sistema, pero cuidado con ser
idealistas, hay que ser materialistas, la historia no se mide en días o
semanas, ni siquiera en meses o un par de años, sino en DÉCADAS. Son las
últimas décadas del imperialismo y todo su sistema de corporaciones, gobiernos
serviles y ejércitos opresores.
El
Ecuador no escapa a esa gran crisis del imperialismo. Como un país de
capitalismo burocrático y con un gobierno fascista, vivimos sometidos a las
industrias monopólicas extranjeras; con una producción nacional petrolera
sujeta a los vaivenes del mercado internacional; con una producción agrícola
arcaica: de grandes haciendas, partidarios y campesinos pobres; en un sistema
político podrido y lleno de corrupción; con una creciente pobreza de las masas.
Ahora
bien, que el mundo capitalista está en decadencia y se acerca su final es algo
muy evidente, que hasta cualquier intelectual burgués lo puede aceptar. El
problema, el gran problema, siempre ha sido el ¿QUÉ HACER?, que pueden hacer
los comunistas, los revolucionarios, desde las actuales condiciones del
Ecuador, desde sus propias condiciones personales, sin caer en izquierdismo o
derechismo, para desarrollar el movimiento revolucionario en el país de acuerdo
al contexto actual.
-El movimiento, los líderes y la revolución
Cuando
leemos los relatos históricos de las revoluciones rusa y china, inmediatamente
quisieramos repetir dichas hazañas en nuestro país, casi como introduciéndonos
en el papel de los grandes líderes proletarios que condujeron estos procesos
revolucionarios. Sin embargo, las cosas no funcionan así.
El
materialismo histórico nos enseña que primero es la materia, luego la idea,
primero es el movimiento de las masas, luego los líderes. Esto aparentemente
tan sencillo puede ser el inicio de grandes confusiones ideológicas y derrotas
políticas. Veamos.
Carlos
Marx y Federico Engels, fundadores del comunismo científico, fueron el producto
de una larga e intensa etapa de luchas del proletariado europeo en el siglo
XIX, que ellos pudieron ver y vivir directamente, siendo su punto más alto la
Comuna de París de 1871. A eso se suma que en el siglo XIX el capitalismo
todavía era “revolucionario” e iba en ascenso en todo el mundo, combatiendo al
feudalismo/esclavismo, como en las Guerras de Independencia Hispanoamericanas,
la Gran Guerra Civil de los EEUU en 1864, etc. Fue ese contexto histórico el
que creó las condiciones para que se formaran los primeros líderes del
proletariado y para que se diera ese grandioso acontecimiento que fue la Comuna
de París.
Luego
tenemos a Lenin y Stalin, máximos dirigentes de la revolución rusa. Rusia hacia
fines del siglo XIX y comienzos del XX, tenía un gran movimiento de masas
proletarias que en muchos casos luchaban de forma espontánea. Cientos de
huelgas se producían cada año a lo largo y ancho del extenso territorio ruso.
Es ahí donde se van agrupando los intelectuales de izquierda en el movimiento
conocido como bolcheviques, es decir sobre la base de un movimiento de masas en
franco desarrollo: entre 1881 – 1886 se produjeron 48 huelgas con un total de
80.000 huelguistas; las huelgas de 1903 involucraron a 200.000 trabajadores;
222 huelgas en 1910 y más de 2.000 huelgas en 1912 con la participación de
cerca de 400.000 obreros. Y además, con
excepcionales condiciones geopolíticas que se desataron con la guerra
ruso-japonesa de 1904/1905 y después tras el inicio y desarrollo de la Primera
Guerra Mundial imperialista. La Gran Revolución Socialista de Octubre no es
obra de la voluntad de unos cuantos líderes, sino de las condiciones históricas
concretas que pusieron a Rusia momentáneamente a la vanguardia de la revolución
mundial.
Con la
Revolución China es muy similar. A comienzos del siglo XX en ese país se
sucedían decenas de rebeliones campesinas contra el poder de los
terratenientes, muchas de esas rebeliones eran espontáneas y acababan con el
arresto y asesinato de miles de campesinos pobres. China era un país súmamente
convulsionado, con la guerra de los “Bóxers” (1899 – 1901), la Revolución
de Xinhai de 1911 (la cual derrumbó la monarquía en China), la Primera Guerra Mundial imperialista y el influjo
socialista de su vecino la naciente Unión Soviética en 1922.
En
medio de todo ese hervidero político, nace el Partido Comunista de China y el
liderazgo creciente de Mao Tse Tung, que se va fortaleciendo en medio de
cientos de rebeliones campesinas, insurrecciones obreras, la masacre y
repliegue de 1927, la Gran Marcha, la invasión de Japón, el inicio y desarrollo
de la Segunda Guerra Mundial imperialista…es decir, con extraordinarias
condiciones históricas favorables. Para comprender la magnitud del movimiento
de masas de China en esos años, basta conocer que desde enero de 1922 hasta
febrero de 1923, se realizaron más de 100 huelgas que involucraron a
aproximadamente 300.000 trabajadores.
Y si
queremos otro ejemplo más, tenemos la Guerra Popular del Perú. Si retrocedemos
a 1960, que son los años donde comenzó a forjarse el PCP en reconstitución y el
contexto para la revolución, vemos que en este país hubo un importante
movimiento de masas campesinas, obreras y estudiantiles en lucha permanente,
sostenida y en ascenso.
Son
los tiempos donde las Universidades públicas del centro y sur del país se convierten
en centros de intensos debates filosóficos y políticos de un movimiento
estudiantil claramente inclinado hacia la izquierda, en los que el magisterio
peruano paralizaba al país, tenía congresos ideológicos y combatía gobiernos
abiertamente. Para entender todo esto, habría por ejemplo que leer noticias
sobre la rebelión campesina y estudiantil de Huanta en 1969 [contra el gobierno
del General Velasco Alvarado], prácticamente una pequeña guerra civil.
Como
vemos, el PCP, el Presidente Gonzalo y otros líderes históricos son el producto
de unas condiciones de la lucha de clases muy favorables en el Perú en la
segunda mitad del siglo XX. No quita méritos a los líderes, al contrario los
líderes superieron dirigir ese gran descontento social.
En
conclusión, primero es el movimiento de masas y luego los líderes y el Partido.
O acaso ¿se conoce algún proceso
revolucionario en el cual los líderes hayan sido los creadores del movimiento
de masas?
Esto
traducido a la revolución ecuatoriana: cuantas veces hemos querido, como
líderes revolucionarios, crear “artificialmente” un poderoso movimiento de
masas…y, como no podía ser de otra manera, NO ha funcionado!
Las
masas no se mueven por la voluntad de tal o cual líder, ni siquiera del mejor y
más capacitado, sino por sus intereses económicos, por sus necesidades, por sus
derechos y esto a su vez esta condicionado al grado de agudeza de la crisis del
sistema que puedan soportar. Una cosa es una gran crisis donde los desempleados
sumen millones, la inflación se cuente en cifras de 2 y 3 dígitos, etc., y otra
cosa distinta es una crisis fuerte pero que sin embargo las clases dominantes
puedan “torearla”, en la cual la gente de uno u otro modo todavía tiene algo
que comer, tiene ropa, tiene cosas básicas de sobrevivencia.
Para
que las masas realmente estén dispuestas a levantarse contra el sistema y dar
oídos a los líderes revolucionarios, debe haber una gran crisis económica y
política previa, tal como sucedió en la Comuna de París, la Revolución Rusa, la
Revolución China y la Guerra Popular del Perú. Sin esa gran crisis previa, todo
intento por generar “rebeliones artificiales” está condenado al fracaso. El
capitalismo, por su propia naturaleza, siempre está en crisis, pero hay que
determinar con precisión los períodos en los que dichas crisis se agudizarán al
extremo, ahí es donde podremos actuar con mayores probabilidades de éxito
político revolucionario.
Adicionalmente
a esto, la crisis del capitalismo no es igual en todas partes, se expresa de
una forma e intensidad diferente en los países imperialistas, en los países de
capitalismo burocrático, y de un país a otro, de un contexto a otro, con
profundas variaciones de tiempo y espacio.
En el
Ecuador hay crisis, crisis del capitalismo burocrático que no ha podido ni podrá
resolver el gobierno de Correa pues es parte de las clases dominantes. Sin
embargo, todavía es una crisis de mediana intensidad, en las que las clases
dominantes pueden serguir gobernando con uno que otro ajuste, y en la que el
pueblo todavía no está lo suficientemente preparado (pobreza extrema, hambre,
desempleo masivo, inflación insostenible…) como para levantarse en rebelión
contra el sistema. [En este periodo, puede haber una que otra lucha, pero
todavía son luchas pequeñas, escasas y dentro del sistema]. Esa gran crisis
económica y política está por venir, como un terremoto que sacudirá las bases
de este viejo sistema, es ahí donde podemos entrar los líderes revolucionarios
para dirigir el torbellino de masas que nacerá por todos lados, es por tanto un
deber estudiar y conocer a fondo la economía y la política del Ecuador para, de
la forma más científicamente posible, determinar la década y el conjunto de
años futuros en los que aproximadamente inicie la nueva gran crisis en el país.
-El movimiento popular en el Ecuador
En
este período se vive una inflexión del movimiento de masas, la revolución está
replegada. Sin embargo, algunos revolucionarios plantean que vivimos un momento
de “acenso de la lucha de las masas”, es decir que la inflexión quedó atrás.
Veamos. Periodos de ascenso eran por ejemplo los años 60 y 70 del siglo pasado,
en donde el movimiento obrero se tomaba fábricas, realizaban huelgas que
terminaban incluso en masacres como la de Aztra en 1977; el movimiento
campesino desarrollaba importantes y numerosas acciones de lucha contra el
huasipungo…el movimiento estudiantil universitario estaba cláramente dirigido
por la izquierda maoísta y participaba combativamente de la lucha social como
sucedió con la FEUE de Quito en la presidencia de Milton Reyes, o con la toma y
masacre de la Casona Universitaria en Guayaquil en 1969.
Otro
período de ascenso es el comprendido entre los años 1990 – 2005. Tenemos los
sucesivos levantamientos indígenas y campesinos de 1990/1992; las poderosas y combativas
luchas estudiantiles en defensa del laicismo en 1994, las caídas de los
gobiernos de Bucaram en febrero de 1997, de Jamil Mahuad en enero del 2000, de
Gutiérrez en abril del 2005…y en todo este período una gran cantidad de paros,
huelgas de maestros, marchas estudiantiles.
A
partir del año 2006 viene un proceso de repliegue, de inflexión, el movimiento
popular es severamente cooptado por el viejo Estado y la burguesía burocrática,
bajo la propuesta fascista de la Revolución Ciudadana y la Asamblea
Constituyente.
En la
actualidad el movimiento popular ha perdido gran parte de su poder de
movilización, lo que vemos son algunas pequeñas y puntuales luchas sociales,
por ejemplo las marchas de las capas medias y altas de la pequeña-burguesía en
Quito, Guayaquil y Cuenca en contra del proyecto de la Ley de Herencias y
Plusvalía; las pequeñas marchas de algunos maestros, sindicatos e indígenas
“lideradas” por direcciones oportunistas y revisionistas [ex – MPD, PK, FUT],
entre otras acciones y jornadas concretas.
El
movimiento obrero se encuentra muy golpeado; tras largos años de ser “dirigido”
por revisionistas y oportunistas, se halla de cierta forma empantanado en la
lucha economicista y en torno a las elecciones burguesas…; sin embargo, hay una
experiencia sindical de nuevo tipo, la del Frente de Defensa de Luchas del
Pueblo. El movimiento campesino también está debilitado, pero es un poco más
combativo y numeroso tal como lo demostró la experiencia del Paro del 13 de
Agosto en las provincias de Cotopaxi, Loja y el Oriente. El magisterio
destruído. Si vemos el movimiento estudiantil universitario está en una
profunda inflexión, desorientado, incluso algunas franjas son arrastradas hacia
posiciones reaccionarias. El movimiento estudiantil actúa conforme al
movimiento obrero y campesino: cuando estos son fuertes, el movimiento
estudiantil [pequeña burguesía] se radicaliza, se ve arrastrado a la lucha de
clases, y a la inversa, cuando el movimiento obrero y campesino son débiles,
entonces el movimiento estudiantil también se debilita, se dispersa.
¿En
dónde están este momento las grandes masas? Importantes sectores populares
están desorientados, con desconfianza, refugiados en la religión, en su propio
trabajo, en el apoliticismo, en un contexto que amortigua los antagonismos de
clase y por ende frena la lucha de clases.
La
generación de jóvenes que actualmente tienen entre 15 y 25 años es, a grandes
razgos, una generación perdida: crecieron embrutecidos con la propaganda
fascista de Correa, en medio de las redes sociales y su alta incidencia
imperialista, atrapados en los juegos electrónicos y en las drogas. Nada o casi
nada de asambleas estudiantiles, de marchas, de tomas de colegios o
universidades, de contacto directo con el movimiento obrero y campesino. A esta
generación les vendieron la idea de que un mundo mejor se conseguiría
“luchando” por los “derechos” de los animales, en la defensa de los perros
callejeros, para que no “torturen” a los toros en las corridas, para que no
utilices ropa con lanas de ovejas, etc, etc. Y cuando se les habla de los
derechos de los obreros y campesinos, simplemente regresan a ver para otro
lado, no les interesa. No son todos, eso es imposible, pero la tendencia es
fuerte.
En
conclusión, esas son las razones por las que planteamos que en este período de
la política y la sociedad ecuatoriana, vivimos una INFLEXIÓN DEL MOVIMIENTO DE
MASAS, CON ALGUNOS EPISODIOS CONCRETOS DE LUCHA SOCIAL.
Desde
luego esto no va a durar para siempre, pues como enseña la dialética todo está
en constante cambio y movimiento. Conforme se profundice la crisis económica
del capitalismo burocrático en el país y se agudicen las contradicciones
inter-burguesas e inter-imperialistas, entonces poco a poco se volverá a
estructurar un gran movimiento de masas.
-El marxismo en el país
El
desarrollo del marxismo en el país ha tenido un proceso limitado. El triunfo de
la Revolución Rusa en 1917 produjo un gran impulso del socialismo científico en
todo el mundo y, por supuesto, en el Ecuador. Sin embargo, el marxismo no fue
acojido en un principio por el naciente proletariado, sino fundamentalmente por
el ala radical de los liberales, que de la noche a la mañana se declararon
“socialistas”. Esto trajo serias repercusiones en el desarrollo del marxismo en
el país, pues dichos liberales “radicales” nunca se proletarizaron
ideológicamente y arrastraron un eclecticismo entre socialismo y capitalismo,
tenían de un lado y del otro.
De ahí
las incoherencias políticas que se daban en el Partido Socialista y Partido
Comunista, desde alianzas con sectores conservadores, cretinismo parlamentario,
rechazo a la cuestión militar revolucionaria hasta la concepción del “partido
de masas”.
El
PCMLE aporta un poco en el desarrollo del marxismo, levanta la defensa de
Stalin en los años 60, publica incluso el Libro Rojo de Mao Tsetung. Sin
embargo, nunca pudo deshacerse del todo de las viejas prácticas y concepciones
del PC que finalmente lograron imponerse en su interior y transformarlo en un
partido oportunista.
El PCE
– SR y el Comité de Reconstitución del PCE aportan haciendo un análisis del
país bajo la luz del marxismo, hay defensa del maoísmo como nueva y superior
etapa con importantes acciones de agitación y propaganda. No obstante, su
incidencia todavía es muy limitada.
A
nivel de la intelectualidad ecuatoriana hay varios momentos: en los años 40 y
50, una gran franja de profesores universitarios y autoridades académicas se
vuelcan hacia el socialismo. En los años 70 hay simpatías hacia el maoísmo y su
creciente influencia en todo el mundo. Luego vienen los años 90 y el
“desencanto”, la confusión y la búsqueda de respuestas en las corrientes
existencialistas, religiosas y en el mismo capitalismo. De ahí para acá se
viene un rechazo al marxismo, quizás lo defiendan como método de análisis pero
de ninguna manera como herramienta transformadora del mundo.
Además,
entre la intelectualidad que se hace llamar de izquierda, ha existido una
fuerte tendencia a priorizar el “movimiento” por sobre el “fin”. Así por ejemplo,
siempre se han arrimado a proyectos y procesos donde habían masas, sin importar
si eran proyectos socialdemócratas e incluso fascistas. Ejemplos de esto son el
apoyo del viejo PCE a Velasco Ibarra y al General Guillermo Rodríguez Lara, y
del PCMLE a Lucio Gutiérrez y Rafael Correa. Esto es lo que Lenin denomina la
esencia del revisionismo: “el movimiento lo es todo, el fin no es nada”. Los
oportunistas en el país cayeron en esta severa desviación política [desde hace
muchos años] y lo seguirán haciendo pues de eso viven y lucran.
Los
revisionistas han generado y generan mucha confusión en las filas del pueblo.
Durante largo tiempo plantearon que Cuba era “socialista”, que Venezuela iba
hacia el “socialismo” con Chávez, que Obama sería “menos imperialista” por el
hecho de ser afroamericano, etc. Hoy en día se hacen eco del discurso
imperialista de que José Mujica es la “verdadera izquierda” y que Nelson
Mandela fue “un gran luchador de la libertad”, todo esto para apartar a la
juventud del ejemplo histórico de líderes revolucionarios como Stalin, Mao
Tsetung o el presidente Gonzalo a quienes tildan de “sanguinarios”,
“terrorismo”, etc.
Actualmente
la izquierda está dispersa en pequeños grupos, con diferentes denominaciones,
geográficamente distantes, lanzando golpes aislados. Existe ausencia de
programa unificador y de líderes que proyecten. Hay momentos en que se
presentan ciertos brotes de izquierdismo, como si podríamos “acelerar” la
historia con la sola voluntad y las “ganas revolucionarias”.
Para
que el marxismo prenda en las masas populares y se convierta en fuerza
transformadora se requieren llevar a cabo varias tareas, entre ellas destaca
como prioridad la difusión de los libros del Presidente Mao Tsetung. “Sin
teoría revolucionaria, no hay movimiento revolucionario”, enseña Lenin. Y esto
es así, por eso una de las tareas principales de los bolcheviques era
precisamente la introducción a Rusia de las obras de Carlos Marx y Federico
Engels.
No
importa cuanto esfuerzo, tiempo y dinero se inviertan, las obras del Presidente
Mao Tsetung deben ser publicadas y entregadas a sindicatos, comunidades,
federaciones, gremios, bibliotecas, centros culturales…Las masas populares
necesitan armarse ideológicamente. Si realmente se quiere levantar a las masas
contra este viejo sistema, entonces hay que cumplir con esta tarea.
Además,
comprender mejor el desarrollo de los cuadros, vale echar un vistazo a los
procesos históricos: los cuadros, los militantes eran personas con un importante acervo cultural, líderes
locales, artistas e intelectuales, bien presentados. Al fin y al cabo, eran
representantes del proletariado, la clase más avanzada y última de la historia.
Más
aún, si vemos la composición del Comité Central del PCP de los años 70 y 80,
podemos ver además de grandes comunistas, a personas con una importante
preparación profesional. Ellos ya lo sabían que en caso de triunfar se
requerirían líderes comunistas profesionales para construir la estructura del
nuevo Estado. Aprendizaje: un sector de los cuadros, además del compromiso
ideológico, deben ser técnicamente aptos, se requieren profesionales para
construir la Nueva Sociedad.
Sobre
la construcción del Partido Comunista en el Ecuador hay mucho camino todavía
por recorrer. El PCE – SR tiene importantes experiencias de trabajo campesino,
militar y ahora sindical; representa un sector de comunistas fraguados,
sinceros y con perspectiva; sin embargo, en ocasiones hay una cierta tendencia
al izquierdismo. En el caso del CR del PCE se han realizado importantes aportes
a la causa de la revolución como el tema del programa democrático de nuevo
tipo, el periódico ND, entre otros. Ciertos errores de mecanicismo político y
voluntarismo han impedido su continuidad en el escenario nacional.
-El programa
Pretender
la rebelión de las masas sin contar con un programa mínimo, es tanto como
pretender que alguien se case con nosotros sin siquiera conocernos. Simplemente
no funcionará. Por ende, se hace necesario el programa comunista como bandera
de agitación, lucha y direccionamiento de las masas. En este periodo comienzan
a abrirse fuertes fisuras en el proyecto fascista de Alianza País, la burguesía
compradora no tiene más propuestas que el gobierno neoliberal clásico y el
revisionismo le apuesta a un gobierno socialdemócrata que no resuelve en nada
la crisis del país. AHORA es cuando el proletariado debe levantar su programa,
que corresponde a la revolución democrática de nuevo tipo. A continuación la
propuesta para ser debatida y confrontada con la realidad:
-Por
la República Popular de Nueva Democracia
-Independencia
nacional, expulsión del imperialismo
-Industrialización
y tecnologización del país
-Confiscación
de los grandes bancos y empresas monopólicas
-Entrega
de las grandes haciendas a los campesinos:
“tierra para quien la trabaja”
-Defensa
y apoyo a las PYMES (pequeñas y medianas empresas)
-Plena
Vigencia de los Derechos y Libertades del Pueblo
-Nueva
Cultura de masas, democrática, científica y progresista
-Laicismo
y libertad de creencias, a creer así como a ser ateo
-Consejo
del Pueblo, representado por obreros, campesinos e intelectuales progresistas
Entender
el tema del programa revolucionario es vital en todo proceso de lucha.
Pretender que el pueblo nos siga e incluso entregue la vida de sus mejores
hijos e hijas así nomás, así porque sí, es un absurdo. Primero, porque las masas
luchan sobre la base de objetivos y propuestas concretas, vinculadas a sus
necesidades económicas, sociales y políticas. Segundo, porque un programa para
una lucha revolucionaria, equivale a la brújula y el mapa para un marinero en
alta mar, herramientas sin las cuales su barco perdería rumbo hasta encallar.
Tercero, porque los comunistas y revolucionarios no somos unos simples
contreras, así como criticamos y combatimos al sistema también tenemos
propuestas, y éstas son científicas, de calidad y muy viables con el Nuevo
Poder. No olvidar las enseñanzas del Presidente Mao Tsetung: “La revolución
tiene un lado de destrucción y otro de construcción, siendo principal el
segundo”.
-La cuestión militar
Que el
poder nace del fusil, es un hecho histórico que nadie puede desconocer.
Militares y policías son quienes en verdad sostienen el poder del Estado,
obviamente con las formalidades de un gobierno de turno, las leyes, la Iglesia,
etc.
Si
realmente se quiere derrumbar este viejo sistema, no hay otra forma que la
lucha armada [entendida como Guerra Popular], pero reconocer esta realidad
histórica y científica actual es apenas el primer paso de miles más que hay que
dar en esa dirección.
El
Ecuador no tiene muchas ni significativas experiencias al respecto. Repasemos
el siglo XX.
El
tema de la lucha armada siempre fue un tabú dentro de la izquierda ecuatoriana.
Quizás el origen de esta tara política lo podemos encontrar en la forma en que
nació el marxismo en el país, de la mano de los liberales radicales influenciados
por el triunfo de la revolución rusa.
En 1922
se desata la Huelga General de Noviembre, el día 13 los sindicatos toman el
control de la ciudad de Guayaquil, la fuerza pública se repliega; hay intentos
de desarmar a la policía, luego saqueos hasta que finalmente ingresa el
Ejército y viene la masacre del día 15. Este hecho sangriento “radicalizó” a un
sector del Partido Liberal, que ya venía “radicalizándose” con las noticias del
triunfo bolchevique en Rusia, por lo que decidieron volverse “socialistas” y
fundaron el PSE en 1926.
En la
rebelión conocida como la “Gloriosa”, de Mayo de 1944, las masas populares y un
sector del Ejército se levantan contra el gobierno de Arroyo del Río,
principalmente en la ciudad de Guayaquil, donde la Guarnición militar entrega
fusiles a la población. Las masas combaten fusil en mano contra los Carabineros
y los arrinconan en el Cuartel General de Policía el día 28, hay combates
durante toda la noche hasta que las masas logran ingresar y son asesinados casi
un centenar de carabineros que al momento se encontraban allí. El pueblo
combate… Pero aquí viene el nefasto papel del viejo Partido Comunista del
Ecuador: por un lado deciden formar parte de la Alianza Democrática Ecuatoriana,
un frente político donde estaban socialistas, liberales y hasta conservadores;
por otro lado apoyaron la “nueva” presidencia del oligarca Velasco Ibarra
sumándose a la Asamblea Constituyente burguesa de 1945. Finalmente el mismo
Pedro Saad y demás dirigencia “comunista” junto a los militares recorrieron las
barriadas y periferias guayaquileñas
pidiendo a las masas que devuelvan los fusiles al Ejército.
En las
décadas de 1960 y 1970, bajo el impulso e imponente ejemplo de la China
socialista con la guía del Presidente Mao Tsetung, un sector de la juventud
ecuatoriana se radicaliza, hay el tema de la “guerrilla del Toachi”, un intento
de entrenamiento y recorrido de la zona entre Esmeraldas y Sto. Domingo, acción
improvisada y sin respaldo campesino, son apresados. Otro hecho, la toma de la
Casona Universitaria de Guayaquil en 1969, donde perecen una decena de
estudiantes tras ser atacados por los paracaidistas del Ejército. Milton Reyes
y otros líderes revolucionarios dirigieron experiencias de luchas callejeras
con importantes niveles de combatitividad, incluso con armas de fuego.
En los
años 80, tenemos la presencia de Alfaro Vive Carajo, la base de sus acciones
son recuperaciones bancarias, la toma de instalaciones radiales y de medios
periodísticos, es decir en esencia “propaganga armada”. Hay una acción militar
de envergadura: la fuga de Arturo Jarrín del Penal García Moreno bajo un
operativo bien planificado. Sin embargo, el grupo no tenía respaldo de las
grandes masas, si ni siquiera tenía programa alguno, fueron masacrados. Es una
experiencia que hay que estudiarla más a fondo.
Vienen
los años 90. Hay dos experiencias dignas de estudiarse. Por un lado, los
levantamientos indígenas y campesinos de 1990, 1992 al cumplirse 500 años de
resistencia frente a la invasión española. Las masas campesinas combaten con
fuerza al Ejército, hay barricadas y enfrentamientos abiertos, se socializan
las consignas “la tierra para el que la trabaja” y “1992 ni una hacienda en el
Ecuador”, pero no hay dirección proletaria del movimiento. Por otro lado, está
la experiencia del inicio y fin de la “guerra popular” por parte del Partido
Comunista “Sol Rojo”. Esto se lo estudia sin pretensión de mermar el prestigio
de los integrantes de dicha organización, solo con fines de aprendizaje y retroalimentación
política en el campo de la izquierda. En junio de 1993 el PCE-SR plantea
públicamente el desarrollo de la Guerra Popular en el Ecuador; indudablemente
hicieron algunas importantes acciones militares que hasta el momento eran
desconocidas en el país, sin embargo no existía como tal una situación
revolucionaria, luego vienen los duros golpes, el aislamiento y un sector de
dicha organización en junio de 1994 plantea la “entrega de armas” tal cual es
de conocimiento público. La madurez política del PCE-SR les llevó a admitir [en
junio de 1997] los fuertes errores cometidos en esos años.
Finalmente
en el período 1997 – 2005 se dan las últimas acciones militares en el campo del
pueblo, como parte de una juventud combativa contra gobiernos reaccionarios,
hay luchas callejeras donde se utilizan desde la piedra y el taco de dinamita hasta
armas de fuego. Es una generación de jóvenes del pueblo que enfrentan con
decisión a las fuerzas represivas del país.
Ésta es,
en términos generales, la experiencia militar revolucionaria del pueblo a lo
largo del siglo XX. Hubo 3 momentos en los que potencialmente se podría haber
dado inicio a la lucha armada: 1.-en el período 1944 – 1945, en el marco de la
lucha anti-fascista a nivel mundial, el auge del socialismo soviético y en
medio de la gran crisis política del país [pero el viejo PCE traicionó]; 2.-los
primeros años de la década de 1970, con el auge de la China Socialista en el
mundo, el movimiento anti-imperialista y en el país la crisis de las dictaduras
[sin embargo, el PCMLE era recién un partido en formación]; y, 3.-entre los
años 1997 – 1999, con la gran crisis económica y política del Ecuador [en este
período, la única esperanza era el PCE – SR, pero como se sabe en esos años
este partido estaba en repliegue. Aproximadamente cada dos décadas y media se
desatan grandes crisis dentro del Ecuador.
Sí,
las masas de nuestro país han combatido, pero casi siempre sus niveles han sido
muy limitados en comparación a otros países, incluso dentro de América Latina. Mientras
en Colombia, Perú, Brasil, México, Uruguay…se formaban organizaciones
guerrilleras y se daban grandes acciones militares [independientemente del
enfoque ideológico] como la toma de Embajadas, colocación de coches bomba,
combates contra columnas del Ejército, asaltos a cuarteles policiales, paros
armados, etc…, acá el tema de la lucha armada siempre fue muy limitado, por
ende nuestro pueblo no tiene una experiencia propia en la cual basarse. Y más
aún está desarmado ideológicamente, vagando entre las tinieblas del pacifismo
religioso y de la prédica política conciliadora.
Por
eso, debatir a profundidad sobre la Guerra Popular en el Ecuador es muy
necesario. Hay que entender, que nadie le va a dar luchando a las masas, que si
ellas mismas no están dispuestas a levantarse en rebelión contra este viejo
sistema, nadie lo hará por ellas. No creemos en los “héroes” que dan
“liberando” a las masas. Serán las mismas masas quienes tendrán que sentir la
necesidad de rebelarse, tener armas y combatir a sus enemigos de clase. En ese
sentido fue muy sabio el Presidente Mao Tsetung, cuando claramente enseña que: “una clase oprimida que no aspire a aprender
el uso de las armas, a tener armas, esa clase oprimida sólo merecerá que se la
trate como a los esclavos”.
Ahora
bien, cuando hablamos de la lucha armada en la actualidad, hay muchas cosas que
debemos tomar en cuenta. La globalización imperialista, las nuevas tecnologías
militares, entre otros, obligan a reflexionar seriamente la cuestión militar,
más allá de un discurso radical. Veamos unos pocos y sencillos ejemplos. En las
épocas del movimiento bolchevique y de la guerra popular china, el imperialismo
no tenía tan desarrollada su estrategia militar represiva; los comunistas
podían entrar y salir de sus respectivos países con relativa facilidad, pues el
mundo no estaba globalizado como lo están los gobiernos de ahora, se podían
falsear pasaportes, documentos de identidad con facilidad, etc. Muchas veces
Lenin escapó de ser apresado refugiándose en países neutrales europeos, lo que
ahora prácticamente ningún país daría asilo al líder máximo de un movimiento
insurreccional, a menos que este se rinda y reniegue de lo que hizo. No habían
cámaras de vigilancia en cada esquina, sistemas satelitales de espionaje,
drones, aviones militares teledirigidos, sistemas informáticos concentrados,
tecnología GPS para localizar personas y objetos escondidos o clandestinos, etc.
Y a esto hay que sumar la estrategia imperialista de la “guerra de baja
intensidad” [gbi], creada por altos oficiales estadounidenses luego de su
derrota en Vietnam.
Si
bien es cierto que la política manda al fusil, y que las masas podrán derrotar
incluso a un potente enemigo militar si tienen correcta dirección, no es menos
cierto que las guerras van modificándose y quien no lo entiende es derrotado.
Por ejemplo, cuando el Ejército alemán decidió invadir la Unión Soviética en
1941, algunos oficiales soviéticos creían que podrían hacerle frente utilizando
los Cuerpos de Caballería…Solo imaginémonos algunas decenas de miles de
soldados con sus fusiles a caballo enfrentando a poderosos tanques y aviones¿?
Afortunadamente al frente estaba Stalin, quien diseñó un plan de combate
entendiendo claramente la desproporción de fuerzas con el enemigo y las
condiciones de una guerra moderna.
La
cuestión militar revolucionaria hoy en día requiere obligatoriamente entender
que el pueblo se enfrenta a enemigos que han desarrollado estrategias, técnicas
y armamento muy potenciado. Hay grandes tareas pendientes, siendo prioritarias:
hacer un estudio y balance de las luchas sociales combativas del país en el
siglo XX; investigar a fondo sobre la estrategia imperialista de la “Guerra de
Baja Intensidad” y conocer la composición, ubicación y otros datos útiles de
las fuerzas represivas en el país.
-Los
cuadros, la militancia
El
marxismo no está en el aire, de forma etérea. Para existir requiere ser asumido
por personas concretas, de carne y hueso, con personalidad propia, proyectos de
vida, sentimientos, aficiones, etc. Estas personas, comunistas o
revolucionarios, son lo que se conoce históricamente como los “cuadros”, la
militancia del Partido.
Lamentablemente
en muchas ocasiones, ya sea por inexperiencia o por ignorancia social y
política, se ha incompredido el papel de los cuadros en el desarrollo del
proceso revolucionario, llegando a deserciones y desgastes.
Partamos
de algunos ejemplos. Lenin y la dirigencia bolchevique en el año 1898 planteó
que un sector de los cuadros del POSDR, debían ser revolucionarios
profesionales, a tiempo completo, con disponibilidad absoluta para viajes,
reuniones, acciones políticas… Y esto tenía mucho sentido en ese entonces, pues
la Rusia zarista estaba profundamente convulsionada y a las puertas de una
situación revolucionaria, además de que el movimiento obrero ruso y europeo, de
alguna medida contribuía al sostenimiento de los cuadros del aparato
partidario.
La
militancia de izquierda en el Ecuador, sobretodo la gente sincera, muchas veces
cogió esas enseñanzas de forma mecanicista, dejándolo todo o casi todo en pos
del ideal socialista, aun cuando el contexto histórico y el entorno social no
eran los más favorables desde ningún punto de vista. ¿El resultado? Cuadros y
militancia “quemados”, desgastados, sin posiblidades siquiera de sostener su
propia economía y vida social, menos aun para cotizar con el Partido o dirigir
un sector de masas por pequeño que sea.
Muchos
entendimos un poco tarde aquella enseñanza del mismo Lenin : “análisis concreto,
de la situación concreta”, y pues ahora, nos corresponde comprender una
acertada política de cuadros, de militantes en el proceso ecuatoriano.
Primero,
comprender que el Partido debe ser un ente donde los cuadros potencialicen sus
mejores talentos culturales, científicos, académicos, laborales e incluso
sociales. Estos talentos deben ser potenciados para el propio desarrollo del
cuadro como individuo y del Partido como colectivo.
Segundo,
ver que el cuadro necesita recursos para la subsistencia: comida, vivienda,
ropa, transporte, medicinas, son elementos mínimos sin los cuales, por más
voluntad que se tenga, es imposible subsistir y mucho menos hacer política.
Carlos Marx nos enseña claramente que el ser humano primero tiene que comer,
vestirse, tener un techo…, y luego hace cultura, política, filosofía… Es decir,
un Partido que realmente se esté preparando para la acción revolucionaria, debe
buscar los medios para contribuir a la solución del sostenimiento económico de
los cuadros: los que puedan profesionalizarse, que lo hagan, pues después
podrán cotizar importantes sumas y además se requerirán especialistas en
medicina, derecho, ingenierías, docencia, etc, para construir la nueva
sociedad; por otro lado, recoger la experiencia del Partido Comunista del Perú,
al montar negocios partidarios como fue el caso de la Academia
Pre-universitaria “César Vallejo”. E incluso, sin caer en oportunismos
burocráticos, se puede utilizar al mismo viejo Estado para sostener en ciertos
momentos el proceso revolucionario. Ese fue el caso del PCP en pleno desarrollo
de la guerra popular en los años 80, cuando utilizaba los comedores y las
residencias de las universidades públicas para la subsistencia de un sector de
los cuadros... Es decir, hay muchas formas, pero el objetivo debe ser uno solo:
que los cuadros tengan resuelta una parte básica de la subsistencia para que
entonces puedan dedicarse con más tiempo, energías y predisposición a la causa
de la revolución.
Tercero,
el aspecto social y la familia. Querámoslo o no, el núcleo de la sociedad
burguesa [que es en la que nos desenvolvemos] es la familia. A partir de ahí se
construye el edificio de las relaciones sociales. El capitalismo se reproduce
dentro de cada familia, es como si cada familia fuera una célula de las
millones que conforman los órganos de ese viejo cuerpo llamada capitalismo. Y
la familia, tarde o temprano, de “buena” o mala manera, tratará de arrastrarnos
hacia el sistema… Los cuadros, la militancia, tienen familia. ¿O acaso existen
cuadros que no tengan padres, hijos, hermanos, novia, etc? Es posible que sí,
que se trate de algún combatiente exiliado, o algo parecido, pero en todo caso
será la excepción, no la norma. ¿Cómo proceder entonces? Lo ideal sería que
cada cuadro se independice para no depender económicamente de su familia, que
democratice a sus parientes jóvenes, y que trate de encontrar un equilibrio con
una persona democrática y altruista como pareja. Este último punto hay que
tratarlo científicamente: cuando la revolución va en ascenso, se podrán
encontrar parejas revolucionarias pues ellas y ellos saldrán de las mismas
organizaciones de izquierda, de las mismas bases guerrilleras. Pero cuando la
revolución está en repliegue, pretender una pareja revolucionaria como norma es
poco materialista, pues de donde saldrán ellas y ellos si el movimiento de
masas está en inflexión y disperso. En este caso, se podrían encontrar parejas
sinceras y democráticas, que quizás no apoyen el comunismo, pero sí respeten y
apoyen al cuadro.
Cuarto,
comprender cada momento del proceso. Hay momentos para la acción, y otros para
la reflexión. Momentos en que el cuadro debe ser osado, valiente y lanzado, y
otros en los que es mejor ser cauteloso. Momentos para el trabajo duro y otros
para el festejo y la cultura con las mismas masas. Se deben exigir compromisos
según la etapa de la revolución, pues no son lo mismo los “tiempos de paz”, que
los “tiempos de guerra”, una cosa es el tiempo y energía que se exigen a los
cuadros en una situación convencional, a el tiempo y energía que se exigen en
una situación pre-revolucionaria y más aún en una situación revolucionaria.
-Estrategia y táctica
Si por
nosotros fuera quisiéramos que la revolución ecuatoriana esté a la vuelta de la
esquina. Pero la historia y el desarrollo de la sociedad no se mueven por la
voluntad de individuos o de Partidos, ni siquiera por la voluntad de toda una
clase social. Comprendiendo el contexto internacional y nacional actual, el
Ecuador no está precisamente a la vanguardia de la revolución mundial, ni
tampoco lo estará en unos pocos años venideros.
Sin
embargo, la revolución se dará en el país, como parte de la próxima oleada
revolucionaria proletaria internacional. Entonces debemos prepararnos y
entender qué podemos hacer en este periodo. Es el momento de:
-publicar
las obras del Presidente Mao Tsetung
-recorrer
el país, conocer a fondo sus comunidades campesinas, barrios populares,
fábricas
-debatir
y confeccionar el proyecto de programa de la Nueva Democracia
-profesionalizar
cuadros, montar negocios partidarios
-entrenarse
militarmente, mantenerse en forma
-profundizar
la formación ideológica de cuadros / autoformación
-comenzar
el acercamiento entre los grupos, tendencias e individuos de izquierda
-estructurar
el proyecto de un periódico democrático de nuevo tipo de carácter nacional
-agrupar
masas sobre reivindicaciones concretas y puntuales
Estas
y otras más son las tareas revolucionarias que se pueden aplicar estratégica y
tácticamente en las actuales condiciones del proceso y que permitan la
sobrevivencia de un núcleo relativamente grande de comunistas y revolucionarios,
a la espera de la maduración de las condiciones nacionales para emprender con
la rebelión de las masas y la construcción de nuevo poder, todo esto con la
guerra popular.
Y para
comprender cuando ha llegado el momento de iniciarla o esté llegando, bien vale
grabar a fuego en nuestros corazones estas enseñanzas del gran Lenin sobre el
inicio de la revolución:
“A un
marxista no le cabe duda de que la revolución es imposible sin una situación
revolucionaria; además, no toda situación revolucionaria desemboca en una
revolución. ¿Cuáles son, en términos generales, los síntoma distintivos de una
situación revolucionaria? Seguramente no incurrimos en error si señalamos estos
tres síntomas principales: 1) La imposibilidad para las clases dominantes de
mantener inmutable su dominación; tal o cual crisis de las “alturas”, una
crisis en la política de la clase dominante que abre una grieta por la que
irrumpe el descontento y la indignación de las clases oprimidas. Para que
estalle la revolución no suele bastar que “los de abajo no quieran”, sino que
hace falta, además, que “los de arriba no puedan” seguir viviendo como hasta
entonces. 2) Una agravación, fuera de lo común, de la miseria y de los sufrimientos
de las clases oprimidas. 3) Una intensificación considerable, por estas causas,
de la actividad de las masas, que en tiempos de “paz” se dejan expoliar
tranquilamente, pero que en épocas turbulentas son empujadas, tanto por toda la
situación de crisis, como por los mismos “de arriba”, a una acción histórica
independiente.
Sin estos cambios objetivos, no sólo independientes de la voluntad de los
distintos grupos y partidos, sino también de la voluntad de las diferentes
clases, la revolución es, por regla general, imposible. El conjunto de estos
cambios objetivos es precisamente lo que se denomina situación revolucionaria.
Esta situación se dio en 1905 en Rusia y en todas las épocas revolucionarias en
Occidente; pero también existió en la década del 60 del siglo pasado en
Alemania, en 1859-1861 y en 1879-1880 en Rusia, a pesar de lo cual no hubo
revolución en esos casos. ¿Por qué? Porque no toda situación revolucionaria
origina una revolución, sino tan sólo la situación en que a los cambios objetivos
arriba enumerados se agrega un cambio subjetivo, a saber: la capacidad de la
clase revolucionaria e lleva a cabo acciones revolucionarias de masas lo
suficientemente fuertes para romper (o quebrantar) el viejo gobierno, que
nunca, ni siquiera en las épocas de crisis, “caerá” si no se le “hace caer”.
Tales son los puntos de vista marxistas sobre la revolución, infinidad de veces
desarrollados y reconocidos como indiscutible por todos los marxistas, y que
para nosotros, los rusos, obtuvieron clarísima confirmación en la experiencia
de 1905.” V.I. Lenin
Una reflexión final
El
sistema imperialista está en decadencia, por donde miremos hallaremos gobiernos
corruptos, contaminación ambiental, guerras de rapiña, pobreza de millones de
personas junto a la riqueza de un puñado de banqueros y empresarios, represión
de las masas, narcotráfico de las élites políticas, industrias alimenticias y
farmaceúticas haciendo millones de dólares a costa de las enfermedades de la
gente, fanatismos religiosos y destrucción de la cultura progresista.
No
cabe duda de la necesidad de una gran revolución social, pero no basta con la
voluntad ni las buenas intenciones, sino contar con una filosofía científica
[materialista], con una orientación política definida [maoísta] y sabiendo
actuar sabiamente en cada contexto social y político [estrategia y táctica]. El
socialismo científico es la nueva esperanza, como economía, política, arte y
cultura, como praxis social militante.
Muchas
generaciones de revolucionarios se han perdido en el país por no haber abrazado
las banderas rojas del socialismo desde sus fuentes originales y aplicarlo
creadoramente al proceso del Ecuador. Nosotros podemos hacer las cosas de mejor
forma y así incluso, si el contexto nos fuera desfavorable, por lo menos
habremos dejado sembrada la semilla roja de la revolución que, sin duda alguna,
fructificará centuplicada en la gran primavera por venir.
EDICIONES VANGUARDIA PROLETARIA
Ecuador, febrero del 2016