¡IMPONER EL MAOÍSMO, APLASTAR EL REVISIONISMO!

5/2/11

TÚNEZ, EGIPTO Y LA REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA




“No hay nada más peligroso que rebajar en las épocas revolucionarias la importancia de las consignas tácticas estrictamente conforme a los principios”
V.I. Lenin 1905


Una gran lucha de los pueblos recorre el norte de África, lucha que lleva ya un mes en el caso de Túnez y dos semanas en el caso de Egipto.

Las grandes masas de trabajadores, los intelectuales progresistas, la prensa democrática e incluso un sector de la burguesía, levantaron la lucha por el derrocamiento de Ben Alí en Túnez y ahora de Mubarack en Egipto.

Casi todos los partidos de izquierda o que se reclaman de izquierda a nivel internacional han confluido en la necesidad de derrocar a dichos gobiernos autocráticos y convocar a elecciones.

Sin embargo, es precisamente en este punto, donde se evidencia de una forma total e irrefutable cuales partidos y organizaciones están del lado del proletariado y el pueblo, y cuales del lado de la burguesía, cuales están del lado del principio de autodeterminación de los pueblos y cuales a favor del imperialismo, en definitiva, cuales están por la revolución y cuales por el reformismo.

La lucha de clases está ahí, existe y se desarrolla con una gran rapidez y es precisamente en estos momentos de auge de la lucha de los pueblos, en estos momentos en que se tensan todas las contradicciones de clase y se va poniendo a la orden del día la revolución, en que se hace particularmente necesario que los comunistas y revolucionarios, a la cabeza de la lucha, en la teoría y en la práctica, demos un paso más adelante para orientar como un faro a las masas, tomando en cuenta que ellas están derrochando heroicidad en los combates y que una mala orientación llevará a estas luchas a diluirse en la democracia burguesa y la reestructuración de los viejos Estados.

¿Entonces, cuál es el camino que deben seguir los pueblos de Túnez y Egipto para hacer avanzar la lucha de clases a un nuevo y más alto escenario?

Para poder realizar un análisis correspondiente, y consecuentemente una orientación revolucionaria, es preciso partir de dos elementos: por un lado conocer y manejar la teoría de vanguardia y por otro, conocer la realidad socio-económica y política de los escenarios en los que se están desenvolviendo estas luchas.

Para el efecto existen dos libros, cuya vigencia es palpable hoy más que nunca, que nos ayudarán en este análisis. El primero es “Dos Tácticas de la Social-democracia en la Revolución Democrática” de Lenin y el otro “Sobre la Nueva Democracia” de Mao Tse Tung.

El capitalismo burocrático tambalea en África

Los países del continente africano han sido sometidos a una constante explotación y opresión desde tiempos milenarios. Desde la época de los imperios en el esclavismo y el feudalismo hasta los imperialismos en el capitalismo. En la gran mayoría de naciones africanas se desarrolla el capitalismo burocrático, es decir sometido al imperialismo y con remanentes feudales.

Túnez por ejemplo, está oprimido por el imperialismo yanqui y en menor medida por algunas potencias de la Comunidad Económica Europea; sus actividades económicas son la agricultura, el turismo, el comercio interno, la minería y el petróleo, es decir su economía está direccionada por el imperialismo hacia una economía extractivista, agraria, sin industria pesada y sometida a los préstamos del FMI.

A nivel político se combinan los gobiernos autocráticos con la vieja democracia burguesa.

El caso de Egipto es similar. Es uno de los países con más población de África, cuya mayor parte se asienta en las riberas del río Nilo y en el delta donde están las zonas de tierra fértil; el otro sector de la población (cerca del 45%) se concentra en las ciudades sobre todo en las más habitadas como el Cairo y Alejandría. Es un país predominantemente agrícola, en el cual el 40% de la población se dedica a esta actividad y a la ganadería.

Egipto sustenta su economía en base a la agro-exportación (principalmente algodón), actividades turísticas (por las pirámides y las reliquias), un sector público (burocracia) enorme, industria de ensamblaje de automóviles, exportación de petróleo y gas natural. EEUU es el principal país imperialista que oprime a Egipto y para mantener ese poderío ha entregado entre los años 1994 y 2004, $ 2.000 millones de dólares al Gobierno como “ayuda técnica y militar”. En el plano político ejercen una brutal dictadura de clase la gran burguesía y los terratenientes bajo la máscara de “democracia”, voto universal y directo.

Como podemos ver, tanto Túnez como Egipto son países semi-coloniales, semi-feudales. Este es un punto de partida sumamente importante para determinar las características de la revolución que el proletariado y el pueblo deben emprender.

Revolución democrática versus inserción en el viejo Estado

La lucha de los pueblos tunecino y egipcio ha puesto nuevamente al debate la revolución en el África. Todos los partidos y organizaciones de izquierda, verdaderas y falsas, locales, regionales e internacionales se están pronunciando sobre que camino debe adoptarse.

Al respecto, veamos dos ponencias y comparémoslas con el marxismo revolucionario para extraer la conclusión necesaria.

El revisionismo trostkista agrupado en la Liga Internacional de los Trabajadores (LIT-CI) en un comunicado del día 2 de febrero, titulado “¡Fuera Mubarak ya! !Por el triunfo de la revolución egipcia y árabe!” plantea, entre otros puntos, lo siguiente:

“….Esos gravísimos problemas que sufre el pueblo egipcio sólo podrán ser resueltos, de fondo, con la revolución obrera y socialista.
Levantemos un programa socialista para la revolución egipcia y árabe
¡Por plenas libertades democráticas, de prensa, de comunicación, de organización política, plenos derechos sindicales para los trabajadores incluido el derecho a huelga!
¡Por elecciones libres inmediatas! ¡Por la convocatoria a una Asamblea Constituyente soberana con plenos poderes!
¡Por un plan económico de emergencia destinado a garantizar trabajo para todos con la expropiación de la banca y las multinacionales y grandes empresas!
!Por un gobierno obrero y popular que garantice estas medidas!"

De ocho puntos que incluye su resolución final, estos cuatro son la esencia de su análisis y por eso los hemos tomado para el debate.

En primer lugar se nota claramente, que la LIT-CI ignora totalmente la esencia del leninismo en torno a las dos etapas de la revolución, la democrática y la socialista.

Ellos dicen que la solución de los problemas de los pueblos árabes y egipcios son la revolución obrera y socialista. Esto es cierto desde el punto de vista histórico-estratégico; pero desde la táctica necesaria a seguir en esta etapa de la lucha en el norte de África, es totalmente falso.

En sus resoluciones se contradicen en cada punto: hablan de establecer plenas libertades democráticas de prensa, organización, comunicación y derechos sindicales. ¿Ésta es acaso una medida propiamente socialista? De ninguna manera, ésta medida corresponde a la etapa democrática de la revolución.

Plantean establecer un “gobierno obrero y popular” que “adopte” y “garantice” medidas económicas que expropien a la banca, las multinacionales y las grandes empresas, es decir solo a la gran propiedad capitalista. ¿Es esta una medida socialista? Tampoco. El programa mínimo de la revolución, es decir aquel que corresponde a la etapa democrática, efectivamente contempla medidas como las arriba indicadas; pero el problema está en que los trostkistas confunden la revolución democrática (en la cual solo se afecta la gran propiedad capitalista y se mantiene la propiedad de la burguesía media siempre y cuando no cometa actos contrarrevolucionarios) con la revolución socialista en la cual se expropiará toda la gran propiedad capitalista incluida la de la burguesía media o nacional.

En este mismo punto confunden además, el gobierno provisional revolucionario con la dictadura del proletariado. El gobierno “obrero y popular” que plantean incluye no solo al proletariado sino a otras clases (inclusive la burguesía media, también denominada “burguesía democrática” por Carlos Marx y Lenin o “burguesía nacional” por Mao Tse Tung) entendidas en el término “popular”. Este gobierno es el de la etapa democrática de la revolución, porque en la etapa socialista el proletariado no comparte el poder con la mediana burguesía sino únicamente (en determinadas condiciones y momentos) con su aliado estratégico, el campesinado y los intelectuales progresistas, por eso su denominación misma de “dictadura del proletariado”.

En su resolución no hablan para nada de la consigna “tierra para quien la trabaja”, haciendo caso omiso al hecho de que tanto Túnez como Egipto son países agrarios y que una parte importante de sus actividades económicas están relacionadas a la agricultura y la ganadería.

El punto referente a las “elecciones libres” y la “asamblea constituyente con plenos poderes” lo analizaremos más abajo junto a la propuesta de otras organizaciones que coinciden en la forma y fondo de este planteamiento.

La segunda ponencia, la del revisionismo hoxhista, hecha por la “Conferencia Internacional de Partidos y Organizaciones Marxista-Leninistas” en un comunicado del día 23 de enero, con el título: A LOS TRABAJADORES TUNECINOS, AL PARTIDO COMUNISTA DE LOS OBREROS DE TÚNEZ (PCOT), plantea las siguientes resoluciones:

“la formación de un gobierno provisional democrático; la organización de elecciones libres de una Asamblea Constituyente; la elaboración de una nueva Constitución y las leyes básicas del nuevo régimen democrático; adopción de medidas concretas, económicas, a favor de los trabajadores, concretamente adoptar medidas financieras a favor de los desempleados, los sindicalistas y los militantes políticos; reconocimiento de, todos los partidos políticos; derribo de los símbolos y las instituciones del pasado régimen, etc. El pueblo tunecino puede culminar su lucha con la victoria de la revolución democrática.”

Esta ponencia, aun con los trucos empleados por sus autores para confundir, evidencia una línea oportunista de derecha.

Después de analizar la ponencia del revisionismo trostkista, y ver como confunden grotescamente las dos etapas de la revolución, va quedando claro que la revolución que actualmente puede y debe desarrollarse en Túnez y Egipto –así como en la gran mayoría de países africanos- es la democrática.

En el comunicado de la CIPOML, aparentemente aceptan dicha revolución democrática. Pero su aceptación no es más que formal, pues estratégicamente la aprueban pero tácticamente la rechazan y su planteamiento se diluye en la democracia burguesa.

Veamos porque se da esto.

En la lucha contra el derrocamiento de Ben Alí así como en la lucha contra Mubarack, distintos sectores políticos han planteado la necesidad de convocar a la asamblea constituyente. En esto coinciden tanto los partidos que se reivindican de izquierda como algunos sectores de la oposición burguesa.

La asamblea constituyente de por sí, no puede ser jamás la salida a la lucha de clases a favor del proletariado al igual que la metralleta por si sola no hace revolucionario a quien la empuña.

Para que la asamblea constituyente sirva al proletariado debe ser empujada con un mínimo de condiciones y de circunstancias así como para que la metralleta sea usada revolucionariamente debe estar orientado su uso por un programa y objetivos al servicio del proletariado.

Tanto la ponencia de los trostkistas de la LIT-CI así como la de los hoxhistas de la CIPOML, plantean “elecciones libres” y la “asamblea constituyente”.

Lenin, en su magistral obra: “Dos tácticas de la social-democracia en la revolución democrática” nos plantea en que condiciones, el proletariado y su partido deben participar de la asamblea constituyente en el contexto de la revolución democrática.

En primer lugar nos enseña que la asamblea constituyente deberá ser convocada por un gobierno provisional revolucionario, el mismo que solo puede ser el resultado de la insurrección popular victoriosa y que para que la asamblea constituyente tenga realmente el poder de “constituir” debe ser supervisada (al igual que al gobierno provisional revolucionario) por el proletariado armado.

Los trotskistas y los hoxhistas hablan de un “gobierno obrero y popular” y de un “gobierno provisional democrático” que sean quienes “convoquen” y “garanticen” las “elecciones libres” y la “asamblea constituyente”. Y ambos a la vez, omiten la consigna de la revolución democrática: “tierra para quien la trabaja”.

Aquí se evidencian la gran similitud de las resoluciones de la LIT-CI y de la CIPOML…¡Cuan hermanados caminan señores revisionistas, sería mejor que se unan en una sola “internacional”!

La esencia de su traición está en lo siguiente:

En primer lugar, Lenin y los bolcheviques nos plantean que ese gobierno provisional revolucionario (el nombre puede cambiar pero no su esencia) sea el órgano de la insurrección popular victoriosa, es decir que el pueblo debe continuar la lucha aún después del derrocamiento del gobierno reaccionario hasta generar las condiciones para la instauración de dicho gobierno.

Este gobierno provisional revolucionario no puede surgir del resultado de componendas con las clases dominantes, o peor aun estar conformado con los restos del antiguo régimen.

En segundo lugar, no pueden existir “elecciones libres” dentro de la democracia burguesa. Alguien tiene que convocar a dichas elecciones, alguien tiene que supervisarlas y alguien tendrá que proclamar y posesionar el “triunfo” de tales o cuales candidatos y partidos. Aún en las repúblicas burguesas más democráticas…¿dejarán las clases dominantes de incidir e inclinar la balanza electoral para su lado? Sería una puerilidad total afirmar que las clases dominantes serán “neutrales” y “respetarán” la libertad de agitación, propaganda y expresión del pueblo en las urnas, y peor aun que pondrán en igualdad de condiciones legales y materiales a todos los candidatos.

Como vemos, dichas elecciones libres solo pueden ser convocadas por un gobierno provisional revolucionario y éste solo puede surgir de la insurrección popular victoriosa.

En tercer lugar, la asamblea constituyente, para tener realmente la fuerza y el poder de “constituir”, requiere que alguien le dé esta capacidad, y ese alguien no podrá ser otro que el gobierno provisional revolucionario y el proletariado armado.
En las ponencias de la LIT-CI y de la CIPOML no se enuncian ni una sola vez la imperiosa tarea de explicar y propagandizar entre las más amplias masas de trabajadores la necesidad y obligación de comenzar a armar al proletariado y al pueblo sobre la base de la misma lucha que éste desarrolla.

Las condiciones se van agudizando y el pueblo está entregando su sangre y sus vidas en las calles: 200 muertos en Túnez y 140 en Egipto en lo que va de las protestas. ¡Y los revisionistas del PCOT no hacen el menor esfuerzo por seguir las tesis de Lenin de armar al proletariado en este tipo de circunstancias! Y no es que esperemos nada de esos partidos oportunistas, pero si que su traición al proletariado y al pueblo quede en evidencia.

Para quienes digan que las condiciones concretas no permitían hacer esto, vale recordarles que un partido comunista auténtico tiene un pensamiento y acción de vanguardia, ya sea en los tiempos “pacíficos” como en los tiempos de lucha de clases abierta; y que había de luchar para iniciar el camino de la revolución democrática y no el camino reformista y burocrático. Que después de esto las condiciones sean adversas y nos obliguen a dar un paso atrás, para luego volver a golpear al enemigo, es otro debate.

Las clases dominantes buscan profundizar el capitalismo burocrático

La gran burguesía y los terratenientes de Túnez y Egipto, aliados al imperialismo yanqui, buscan profundizar el capitalismo burocrático en el norte de África. Para tal efecto está en sus planes la instauración de una asamblea constituyente convocada y controlada por las clases dominantes y que sirva fundamentalmente para reestructurar el viejo Estado y así recobrar la gobernabilidad y legitimidad ante los ojos de las masas. En ese camino, darán unas cuentas migajas al pueblo, harán un gran show mediático diciendo que el cambio se está dando y cuando un considerable sector pueblo esté ya “convencido” y desmovilizado, comenzará entonces una salvaje represión.

Esta es una vieja táctica del imperialismo y las clases dominantes en todo el mundo, y los latinoamericanos tenemos abundantes ejemplos al respecto. Por ejemplo en nuestro país, las Constituyentes de 1978, 1998 y 2008. Cada nueva crisis política y económica, remueve el poder de las clases dominantes provocando grandes luchas sociales, las mismas que luego tratan de ser canalizadas por el viejo Estado a través de las constituyentes.

El caso más reciente es el de Nepal, en donde se avanzó un importante camino en la revolución democrática, pero luego los revisionistas traicionaron participando en la constituyente convocada, controlada y con participación de los partidos oligárquicos, abandonando las armas y el Nuevo Poder, todo lo cual llevó a una desastrosa derrota política y militar del proletariado y el pueblo.

Esta vieja táctica del imperialismo y las clases dominantes para ser legitimada ante las masas, requiere y cuenta con la ayuda del revisionismo de viejo y nuevo cuño, quienes –a cambio de puestos, espacios y dinero- atan al pueblo como furgón de cola de una u otra facción burguesa, ya sea compradora o burocrática. Algunos ejemplos: el PSUV en Venezuela; el Movimiento Verde y el Polo Democrático en Colombia; el MPD, Pachakutic, socialistas y viejo PC en Ecuador; el MNI, los trotskistas y el viejo PC en el Perú; etc…

Es absolutamente imposible (desde el punto de vista concreto) prever como terminará la lucha en Túnez y Egipto, pero una cosa si es segura (guiándonos con el marxismo-leninismo-maoísmo): si los pueblos y quienes se reivindican de izquierda, participan de la constituyente convocada y controlada por las clases dominantes, el resultado será la derrota momentánea de la lucha del proletariado y el pueblo y la victoria del imperialismo y la gran burguesía junto a los terratenientes, quienes habrán ganado tiempo y legitimación antes los pobres.

La revolución democrática, es revolución de Nueva Democracia en nuestros días

Lenin definió magistralmente las dos etapas de la revolución, la democrática y la socialista con su correspondiente aplicación en Rusia, un país imperialista, con fuertes rezagos feudales.
Posteriormente, Mao Tse Tung, al frente del Partido Comunista Chino, a lo largo de una guerra revolucionaria de casi 25 años, y aplicando la verdad universal del marxismo-leninismo a las condiciones de China, desarrolló la teoría de la “Nueva Democracia”.

En los países donde se desenvuelve el capitalismo burocrático (sometido al imperialismo y con rezagos feudales), se hace necesaria y obligatoria la revolución de Nueva Democracia, que es esencia una revolución democrático-burguesa de nuevo tipo, dirigida ya no por la vacilante burguesía atada por mil hilos al imperialismo, sino por el proletariado y su partido, bajo la alianza obrero-campesina y sustentada en la lucha armada.

El camino democrático, el camino del pueblo, es desarrollado por Mao Tse Tung como Guerra Popular, cercando las ciudades desde el campo, y con las tres fases básicas: defensiva estratégica, equilibrio estratégico y ofensiva estratégica. Mao, hombre pensante y operante, logró comprobar a lo largo de la revolución china, como las elecciones burguesas eran usadas para desmovilizar al pueblo y derrotarlo militarmente, por lo que combatió el parlamentarismo en el seno del pueblo y se opuso a la entrega de los fusiles y las Bases de Apoyo que propuso el Kuomitang a cambio de curules y puestos en el viejo Estado.

Fue Mao Tse Tung quien dio por primera vez una definición completa de la estructura y leyes del Frente Único y enseñó la necesidad de la construcción concéntrica de los tres instrumentos de la revolución.

La Revolución de Nueva Democracia es la dictadura conjunta de cuatro clases sociales: el proletariado, los campesinos, la pequeña-burguesía y la burguesía media o nacional (su ala democrática). En esta revolución se generaran las condiciones económicas, sociales, políticas, culturales y militares, para pasar ininterrumpidamente hacia la etapa socialista.

En Túnez y Egipto, cada pueblo debe dotarse de un partido comunista de nuevo tipo, marxista-leninista-maoísta, militarizado, que construya los tres instrumentos de la revolución, y que preparando las condiciones necesarias desarrolle la Guerra Popular rumbo a la construcción de la República Popular de Nueva Democracia. La lucha misma confirma la justeza de estos planteamientos. Uno de los sectores más oprimidos y que se ha lanzado resueltamente a la lucha contra la autocracia, han sido precisamente los campesinos, sobre todo en Túnez. ¡EL CAMPESINADO TIENE UNA ENORME ENERGÍA DEMOCRÁTICO-REVOLUCIONARIA! acumulada y que si es despertada y debidamente canalizada por el proletariado y su partido, será tan fuerte como para derrocar no solo a Ben Alí y Mubarack sino a todo el viejo Estado tunecino y egipcio.

Los partidos que eran pro-soviéticos, los trotskistas, los hoxhistas y los anarquistas han traicionado la revolución democrática en Túnez y Egipto, no ahora, sino desde que transitaron el camino revisionista, desde que negaron los principios revolucionarios desarrollados por Carlos Marx, Engels, Lenin, Stalin y Mao Tse Tung.
Los partidos y organizaciones marxista-leninista-maoístas y algunas de las que se reivindican marxista-leninistas-pensamiento Mao Tse Tung, con las obvias diferencias que tienen entre sí, han salvaguardado el carácter de la revolución democrática, ahora “nueva democracia”.

El Partido Comunista de la India (Maoísta), el Partido Comunista del Perú, el Partido Comunista de Filipinas, y los partidos y organizaciones maoístas de Turquía, vienen desde los años 60 y 70 del siglo pasado, demostrando en los hechos la única forma de llevar a cabo la revolución de nueva democracia, y con todo su acumulado de victorias y derrotas, pero sobre todo con la bandera roja en alto, que los países como Túnez y Egipto, así como la gran mayoría de América Latina, Asia y África pueden y deben desarrollar la Guerra Popular.

“En su curso histórico, la revolución china tiene que pasar por dos etapas: primero, la revolución democrática, y segundo, la revolución socialista; éstos son dos procesos revolucionarios cualitativamente distintos. La democracia de que hablamos ya no pertenece a la vieja categoría, no es la vieja democracia, sino que pertenece a la nueva categoría, es la nueva democracia.”
Mao Tse Tung 1939



Germán Valdivieso
5 de Febrero


EDICIONES VANGUARDIA PROLETARIA